La psicología del dolor hace referencia al estudio de los efectos de las experiencias emocionales, cognitivas y conductuales en la percepción y la experiencia del dolor. Aunque el dolor es una respuesta fisiológica, la forma en que lo experimentamos está mediada por factores psicológicos.
Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) define el dolor crónico como una experiencia dolorosa que persiste o se prolonga más allá del tiempo esperado de curación de una lesión o enfermedad subyacente. Este tipo de dolor puede persistir durante semanas, meses o incluso años. Así se reconoce que el dolor crónico es un problema de salud complejo y multicomponente que puede afectar todos los aspectos de la vida de una persona, incluyendo su bienestar físico, emocional y social. Se considera una condición en sí misma, en lugar de ser simplemente un síntoma de otra enfermedad. La IASP destaca que el dolor crónico no es únicamente una experiencia física, sino que también está influenciado por factores psicológicos, sociales y culturales. Estos factores pueden incluir la depresión, la ansiedad, el estrés, la falta de apoyo social, las creencias culturales sobre el dolor, entre otros.
Es importante destacar que el dolor crónico es subjetivo, es decir, solo la persona que lo experimenta puede describir su intensidad y características. Por esta razón, es fundamental tomar en cuenta la perspectiva del individuo en el manejo y tratamiento del dolor crónico, ya que cada persona puede tener una experiencia única.
Por otra parte, el dolor persistente puede estar relacionado con procesos psicológicos como depresión, ansiedad y/o estrés. Dichas condiciones emocionales pueden amplificar la sensación de dolor y dificultar su manejo. Además, los pensamientos y las creencias sobre el dolor pueden influir en cómo lo percibimos y lo interpretamos.
¿Cómo enfocamos el tratamiento en la psicología del dolor?
Los enfoques psicológicos para el manejo del dolor incluyen terapias cognitivo-conductuales, técnicas de relajación, biofeedback y terapia de aceptación y compromiso. Estas estrategias ayudan a las personas a cambiar su forma de pensar sobre el dolor, a desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas y a mejorar su calidad de vida.
Además, la psicología del dolor también se centra en la relación entre el dolor y otros aspectos de la vida de una persona, como la calidad del sueño, las relaciones interpersonales y la función diaria. Se busca abordar de manera integral el impacto del dolor en la vida de las personas y mejorar su bienestar general.
Una sesión de psicología del dolor se desarrolla en un entorno clínico o terapéutico y, aunque cada sesión específica puede variar según las necesidades individuales de la persona afectada, a continuación detallamos una descripción general de la terapia que realizamos en psicología del dolor:
Evaluación inicial: En la primera sesión, la psicóloga realiza una entrevista completa del dolor y su impacto en la vida de la persona. Se incluyen preguntas sobre la historia médica, la experiencia del dolor, los síntomas asociados, los tratamientos previos, la funcionalidad diaria y los aspectos emocionales relacionados con el dolor.
Establecimiento de metas: La persona afectada y la psicóloga trabajan juntas para establecer metas específicas y realistas para el tratamiento. Estas metas pueden incluir reducir el malestar emocional, mejorar la funcionalidad y la calidad de vida, aprender técnicas de manejo del dolor y fortalecer las habilidades de afrontamiento.
Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC es uno de los enfoques más utilizados en la psicología del dolor. La psicóloga ayuda al paciente a identificar y cambiar patrones de pensamiento intrusivos o distorsionados relacionados con el dolor. Se trabaja para desarrollar estrategias de afrontamiento saludables, manejar el estrés y promover la adaptación al dolor.
Técnicas de relajación y manejo del estrés: La psicóloga acompaña a la persona en la instauración de técnicas de relajación, como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva o la visualización guiada, para ayudar a reducir la tensión física y el estrés asociados al dolor.
Educación sobre el dolor: La terapeuta aporta al paciente y a sus familiares o personas de referencia, información y educación sobre el dolor crónico, incluyendo explicaciones sobre los mecanismos del dolor, la influencia de factores psicológicos y cómo el enfoque integral puede mejorar el manejo del dolor.
Apoyo emocional y psicoeducación: En todas las sesiones se ofrece un espacio seguro para que la persona exprese sus emociones y preocupaciones relacionadas con el dolor, el impacto emocional del mismo y practicar estrategias para gestionar el estrés, la ansiedad y la depresión que pueden estar asociados.
Desarrollo de habilidades de afrontamiento: Se trabaja para desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas, como la resolución de problemas, la comunicación asertiva y la adaptación a los cambios en la vida diaria debido al dolor.
Seguimiento y adherencia al tratamiento: A lo largo de las sesiones, la psicóloga evalúa el progreso del paciente, incluyendo ajustes en el tratamiento según sea necesario y revisando la consecución de las metas establecidas. Es importante tener en cuenta que cada sesión de psicología del dolor se adapta a las necesidades individuales del paciente y puede variar en términos de duración y contenido específico. El trabajo en colaboración con la persona afectada es imprescindible para desarrollar un plan de tratamiento personalizado y proporcionar un apoyo continuo en el manejo del dolor crónico.
En resumen, la psicología del dolor interviene sobre los factores psicológicos que influyen en la percepción, experiencia y manejo del dolor, enfocándose en la interacción entre las dimensiones físicas y emocionales del dolor, y buscando mejorar la calidad de vida de las personas que lo experimentan.
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